Por: Sila Chanto
La mayoría de los casos de Insuficiencia Renal Crónica son diagnosticados desde el Hospital, cuando los médicos alópatas especializados en la nefrología, encuentran síntomas de vulnerabilidad en el funcionamiento renal. Esta forma de conocimiento médico entiende la enfermedad como algo degenerativo, crónico y en muchos casos irreversible, por lo que se le asocia negativamente con la posibilidad de la muerte, a la que se le combate con procedimientos clínicos y farmacológicos, que por obviedad no pueden frenar este inevitable proceso humano.
Cómo todo discurso -seguiendo a Teun A. Van Dijk, analista del lenguaje,- el diagnóstico es suceptible de estudio ("análisis de discurso") ya que estamos hablando en primera instancia de: 1- formas del uso del lenguaje (quién utiliza el lenguaje, cómo lo utiliza, por qué y cuando lo hace). Ya vemos que quien se adjudica el control de la palabra para emitir el diagnóstico, es sobre todo el médico, cuya envestidura de autoridad le faculta para ello. La forma en que lo utiliza depende de muchas variables, que pasan no solo por su formación académica, sino también por la forma en que puede elaborar ese conocimiento, transmitirlo. Este lenguaje se transmite en un espacio cerrado que se conoce como consultorio, territorio demarcado y legitimado en el que se interpretan los resultados clínicos y la observación de los síntomas sobre el cuerpo visible. En segunda instancia lo que se trasmite en el discurso son: 2- ideas y creencias (como parte de sucesos sociales complejos, por ejemplo la consulta con el/la médico/a), de los dos universos de los dos entes convocados en este ejercicio de la comunicación. Y finalmente, continuando con los postulados de Van Dijk, los participantes del fenómeno de la comunicación se relacionan entre ellos, es decir: 3- interactúan, tanto de forma verbal como escrita en el contexto del consultorio, interacción que es como se nombró anteriormente, mediada por el orden burocrático del hospital o de la clínica. (2)
Entre personal de salud y usuarios del sistema, se hacen los saludos, chequeos, extensión de medicamentos y exámenes de rigor, para lo cual se tiene una serie de papelería que contribuye a legitimar la información dentro del contexto médico, utilizando el lenguaje aprendido y la distancia necesaria que resulta de esta interacción, la cual no se da de forma horizontal, sino verticalizada. Es decir, el diálogo en la relación médico-paciente está mediado por la estructura jerarquizada donde el médico se asume como figura de control al emitir un discurso sobre el cuerpo visible del usuario del sistema médico. Como ejemplo de lo anterior, transcribimos una cita real en un consultorio no hace mucho, dictada por un/a medico/a del sistema hospitalario: “usted sabrá mucho de arte, pero aquí de medicina, la que sabe soy yo”; es decir, se construye en el lenguaje una jerarquía entre “quien sabe” (el/la medico/a) y "quien no sabe” (el consultante).
La mayoría de los casos de Insuficiencia Renal Crónica son diagnosticados desde el Hospital, cuando los médicos alópatas especializados en la nefrología, encuentran síntomas de vulnerabilidad en el funcionamiento renal. Esta forma de conocimiento médico entiende la enfermedad como algo degenerativo, crónico y en muchos casos irreversible, por lo que se le asocia negativamente con la posibilidad de la muerte, a la que se le combate con procedimientos clínicos y farmacológicos, que por obviedad no pueden frenar este inevitable proceso humano.
Antes de ahondar en el tema, cabe descatar que lo que iiteresa para efectos de este texto, particularmente la relación Médico/a-Portadores de diagnóstico en Insuficiencia Renal Crónica (aplicable para cualquier otro diagnóstico). A partir de los síntomas de ese cuerpo visible (que pueden ser generados por una infinidad de variables) los médicos alópatas elaboran un discurso al que llaman diagnóstico y que se ha concebido erróneamente como una verdad axiomática, que en la mayoría de los casos se permite muy poco margen de error. Este discurso médico se apoya en fuentes supuestamente fiables como la observación rigurosa de los síntomas y en exámenes clínicos cuya interpretación corresponde al médico especialista y que son mediados a través de la estructura burocrática del hospital. Es de suponer que conforme cambien algunas variables como por ejemplo, la tecnología aplicada a la medicina, cambien también las concepciones sobre ese cuerpo visible y por efecto de estas, cambie también el discurso del diagnóstico, que es emitido por la autoridad hospitalaria.
Cómo todo discurso -seguiendo a Teun A. Van Dijk, analista del lenguaje,- el diagnóstico es suceptible de estudio ("análisis de discurso") ya que estamos hablando en primera instancia de: 1- formas del uso del lenguaje (quién utiliza el lenguaje, cómo lo utiliza, por qué y cuando lo hace). Ya vemos que quien se adjudica el control de la palabra para emitir el diagnóstico, es sobre todo el médico, cuya envestidura de autoridad le faculta para ello. La forma en que lo utiliza depende de muchas variables, que pasan no solo por su formación académica, sino también por la forma en que puede elaborar ese conocimiento, transmitirlo. Este lenguaje se transmite en un espacio cerrado que se conoce como consultorio, territorio demarcado y legitimado en el que se interpretan los resultados clínicos y la observación de los síntomas sobre el cuerpo visible. En segunda instancia lo que se trasmite en el discurso son: 2- ideas y creencias (como parte de sucesos sociales complejos, por ejemplo la consulta con el/la médico/a), de los dos universos de los dos entes convocados en este ejercicio de la comunicación. Y finalmente, continuando con los postulados de Van Dijk, los participantes del fenómeno de la comunicación se relacionan entre ellos, es decir: 3- interactúan, tanto de forma verbal como escrita en el contexto del consultorio, interacción que es como se nombró anteriormente, mediada por el orden burocrático del hospital o de la clínica. (2)
Para entender el impacto emocional e incluso físico que puede tener el discurso del diagnóstico en el receptor, podemos revisar grosso modo el contexto que nos interesa para efectos de este texto, donde se dan estos tres niveles interrelacionados, lo que implica desde el reconocimiento de un síntoma por parte de quien se convertirá en consultante del sistema médico y cuya interpretación personal ya está atravesada por su propio sistema de creencias con respecto a sus preconcepciones sobre la enfermedad, hasta la aceptación del discurso emitido por la autoridad médica.
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Ahí se inicia el largo y kafkiano proceso de definir la cita, esperar el tiempo para llegar a ella (días, semanas, meses o años), internarse en el laberinto físico en el que se han convertido los hospitales locales, llegar al vestíbulo de espera a la hora indicada, y con suerte conseguir espacio para sentarse, seguir esperando unas cuantas horas más hasta que la puerta del médico se abra y alguien le llame por su nombre o su número de expediente para poder entrar al consultorio. Una vez dentro de este territorio, se supone que se trata de un intercambio de información privada sobre el caso clínico, regido por el respeto a la privacidad del paciente y por el secreto profesional del/de la galeno/a; sin embargo, y lastimosamente, no siempre se cumple este importante detalle a pesar de que es parte fundamental del Reglamento de Deberes y Derechos de los pacientes y el personal de salud. Por lo tanto, este contexto está condicionado por el espacio físico general del Hospital, por la logística con la que funciona, por las preconcepciones sobre la autoridad hospitalaria, sean particulares o formas de pensamiento asumidas colectivamente, que en nuestro caso están bastante afectadas por la pertenencia al Servicio Social de Salud heredado de lo que fue nuestro Estado Benefactor. Entre personal de salud y usuarios del sistema, se hacen los saludos, chequeos, extensión de medicamentos y exámenes de rigor, para lo cual se tiene una serie de papelería que contribuye a legitimar la información dentro del contexto médico, utilizando el lenguaje aprendido y la distancia necesaria que resulta de esta interacción, la cual no se da de forma horizontal, sino verticalizada. Es decir, el diálogo en la relación médico-paciente está mediado por la estructura jerarquizada donde el médico se asume como figura de control al emitir un discurso sobre el cuerpo visible del usuario del sistema médico. Como ejemplo de lo anterior, transcribimos una cita real en un consultorio no hace mucho, dictada por un/a medico/a del sistema hospitalario: “usted sabrá mucho de arte, pero aquí de medicina, la que sabe soy yo”; es decir, se construye en el lenguaje una jerarquía entre “quien sabe” (el/la medico/a) y "quien no sabe” (el consultante).
En "La arqueología del saber"(6) Foucault considera que la medicina trabaja como relaciones entre enunciados. Se considera entonces a la ciencia médica como un determinado estilo o carácter de enunciación, construida como un corpus de conocimiento que supone esa mirada fija en las cosas, una misma cuadrícula del campo perceptivo, un mismo análisis del hecho patológico según el espacio tiempo que logra definir: el del cuerpo visible. El matiz fragmentario de estos enunciados coexisten junto a un conjunto de hipótesis sobre la vida y la muerte, junto a elecciones éticas, terapéuticas, reglamentos institucionales, patrones de enseñanza entre otros, que son parte de la "sociedad disciplinaria", cuyas visibilidades consisten en alinear el espacio arquitectónico hospitalario de tal modo que los individuos se vean inmersos en una disciplina institucionalizada, regida a una visibilidad total de todos sus movimientos, lo que les constituye en otro concepto del autor, el cuerpo dócil.
Es el cuerpo dócil el que recibe el peso discursivo del diagnóstico. La práctica discursiva de la medicina es un campo de regularización de diversas posiciones de subjetividad, que sin embargo pasan por objetivas, las cuales permiten jerarquizar socialmente a los componentes de la relación comunicativa (médico/a-paciente) a través de una operación binaria para crear distinciones entre unos sujetos y otros. Esta jerarquía legitima el contenido del diagnóstico, lo aplica sobre el sujeto, y este lo reproduce en su cuerpo, ya no solo en tanto tiene algunos síntomas, sino que recae el diagnóstico, el cual parece servir para polarizar la relación entre el médico que hace el enunciado y el usuario del sistema médico que lo recibe. En este último se instala una "nueva etiqueta" que lo separa mental y simbólicamente del resto de los humanos no portadores de tal diagnóstico, activando socialmente una serie de respuestas, tanto en el/la "recién etiquetado/a" como en sus seres cercanos y en el resto de la población, oscilando entre grandes matices de grises que van desde la consideración (a veces muy mal entendida como conmiseración) hasta la discriminación en todos los niveles de sus relaciones.
En el caso de la consulta médica se construyen distinciones entre vida-muerte, salud- enfermedad, autoridad médica- paciente, empleado del sistema – usuario del sistema, autoridad del médico del médico-ignorancia de paciente, poder-sumisión, conocimiento-ignorancia, entre otras. El cuerpo visible del receptor del diagnóstico se ha convertido así en un cuerpo dócil: es dócil un cuerpo que puede ser sometido, utilizado, transformado y perfeccionado, delimitado, nombrado, delimitado, etiquetado. El diagnóstico, por tanto, puede entenderse como un dispositivo de control sobre el sujeto, el cual ahora carga con una serie de información como portador de una enfermedad, cuando lo que carga en realidad, además de los síntomas que evidencian alguna desarmonía, es el efecto de un diagnóstico aplicado a su cuerpo, el cual afecta su psiquis y por rebote su cuerpo como receptáculo de la información que ha recibido. Es así que los usuarios del hospital no solo deben negociar con la idea el síntoma, el diagnóstico, el impacto ante la noticia, la estructura espacial y logística del hospital...
Pero, finalmente ¿qué es el diagnóstico? Sería prudente empezar a entender el alcance del diagnóstico a partir de su significado y su explicación etimológica. Eric Pearl nos dice al respecto:...El diagnóstico es una parte fundamental del medio alopático, y una herramienta muy valiosa cuando se usa adecuadamente. También es un campo complejo para la mayoría de los médicos (y otros profesionales en el cuidado de la salud), que requiere mucho estudio. Sigue siendo una conjetura, pero una "conjetura educada". El Dr. Reginald Gold explicó una vez que para comprender realmente el significado de la "diagnósis", uno puede elegir descomponerlo etimológicamente: di del latín, que significa dos; y agnos, del griego, que significa no saber. Y ahí lo tienes: dos personas que no saben -tú y tu médico- así que no te preocupes...(8)
Esta conjetura que conocemos como diagnóstico y que se da en el contexto de la relación médico/a-paciente dentro del sistema hospitalario la mayoría de veces está centrada en una visión parcial y fragmentada del cuerpo; además, la notificación del diagnóstico, exista o no margen de error para definir el nombre y características de una enfermedad con la que el sistema médico etiqueta a la persona reduciéndola a su padecimiento, puede generar más ansiedad y acelerar los procesos de deterioro de la salud a partir del shock emocional. Es obvio que el impacto emocional y psicológico de expresiones como: "usted tiene insuficiencia renal crónica", "su enfermedad es crónica, irreversible y terminal", "acostúmbrese, si ahora le duele, después le dolerá mas por que su cuerpo ya empezó fallar", "usted ya mismo se muere si no se toma este tratamiento", "su tabla de salvación es el transplante", "olvídese que usted se va a curar", "si no se hace el cateterismo de emergencia se muere en estos quince días", "si no se hace la transfusión sanguínea nadie le va a dar un riñón", entre otras frases escuchadas en los consultorios médicos del servicio de nefrología de nuestro sistema de seguridad social, afectan por repercusión la salud física de las personas impactadas por el mensaje de este discurso.
Quienes construyen el discurso del diagnóstico, usualmente también lo acompañan de su hermanito siamés, el PRONÓSTICO. Un pronóstico se centra en definir temporalidades, es la predicción fundada en observaciones, en conjeturas y en apariencias externas. (El médico hace pronósticos supuestamente con fundamento científico, el que se les otorga en función de la posición dentro de la jerarquía con el paciente.) Es así que los usuarios del hospital no solo deben negociar con la conjetura del diagnóstico, el impacto ante la noticia, la estructura espacial y logística del hospital, los síntomas que se supone que debe tener o que tiene, sino también con estos pronósticos de vida, otra forma discursiva meramente especulativa que predice el tiempo que queda, como si l@s médic@s, en lugar de títulos de formación académica colgados en sus paredes, caminaran entre nosotros con una bola de cristal para predecir el futuro como lo haría una adivina de circo para justificar su posición.
Quienes construyen el discurso del diagnóstico, usualmente también lo acompañan de su hermanito siamés, el PRONÓSTICO. Un pronóstico se centra en definir temporalidades, es la predicción fundada en observaciones, en conjeturas y en apariencias externas. (El médico hace pronósticos supuestamente con fundamento científico, el que se les otorga en función de la posición dentro de la jerarquía con el paciente.) Es así que los usuarios del hospital no solo deben negociar con la conjetura del diagnóstico, el impacto ante la noticia, la estructura espacial y logística del hospital, los síntomas que se supone que debe tener o que tiene, sino también con estos pronósticos de vida, otra forma discursiva meramente especulativa que predice el tiempo que queda, como si l@s médic@s, en lugar de títulos de formación académica colgados en sus paredes, caminaran entre nosotros con una bola de cristal para predecir el futuro como lo haría una adivina de circo para justificar su posición.
Lo lamentable de estos diagnósticos-pronósticos es que realmente se convierten en balas de energía que impactan al sujeto, la palabra, por inoculación cerebral, se convierte en un virus destructivo, pues el sujeto tiende a reproducir en su cuerpo, lo que su mente procesa como real. Es por tanto, que consideramos que es el discurso alopático como enfermedad. Por eso consideramos que esta es una parte muy muy delicada, y que ante el diagnóstico o el pronóstico, lo importante es construir una defensa psíquica que bloquee aquellos pensamientos o ideas que aceleran el proceso de enfermedad.
***********************************************Si existiera alguna violentación al respecto, mal manejo del lenguaje por el sistema médico al momento de informar al paciente sobre su caso, o se dieran casos de coacción para tomar un medicamento o asimilar un tratamiento médico bajo la impronta de que si no lo hace "se muere ya mismo, en la silla de hemodiálisis", por ejemplo, es importante saber que la relación institución médica y pacientes está mediada por el Reglamento de deberes y derechos de los pacientes. Puede encontrarlo en Internet y cuenta con un enlace en este blog. Esta es la base para cualquier queja que usted necesite realizar frente a la Caja Costarricense del Seguro Social. Es muy importante conocer los términos de esta relación, su derecho a decidir si acepta o rechaza un procedimiento médico o una indicación farmacológica, sus deberes, las consideraciones de respeto que el personal médico debe tener con usted, y viceversa, entre otras cosas.
Si tiene información sobre diagnósticos-pronósticos mal ejecutados por el cuerpo médico del sistema hospitalario, puede dejar sus comentarios en la sección "Diagnósticos/pronósticos o la bola de cristal", específicamente en la entrada "Autodefensa psíquica ante los diagnósticos sobre lo crónico, lo incurable y lo terminal. Algunos enlaces para entender mejor el diagnóstico clínico (sección en proceso):
- Vocabulario básico para conocer de la Insuficiencia Renal Crónica (IRC)- Definición de Insuficiencia Renal
-Cómo prevenir la IRC?
- ¿Qué es diálisis y hemodiálisis?
- Accesos vasculares:
Fístula arteriovenosa
Catéter
Injerto
-Complicaciones secundarias de la Insuficiencia Renal Crónica
IRC y anemia en segundo grado
IRC e hiperparatiroidismo en segundo grado
IRC y...(en proceso)
- Medicamentos en la IRC.
Noticias del hospital:
Transplantados exitosos del año 2011